miércoles, 14 de marzo de 2012

Antes de poner los dedos en el teclado...

Escribir no es un ejercicio de psicoanálisis. A veces se cuela alguna cosa de ese estilo pero con el paso del tiempo he aprendido a controlarlo y casi eliminarlo.

Antes recordaba alguna vivencia con tintes depresivos y de ahí partía para hacer cualquier cosa, terror, comedia, tragedia, etc. Mi vida entraba en cualquier género, el ego es muy grande.

Ahora lo que suelo hacer es a la vez más sencillo a la hora de crear. Ya no hay nada nuevo, solo la forma en que se cuenta. Leer una noticia trágica y convertirla en comedia, o viceversa. Leer un libro, poema, cuento o canción y generar una idea nueva con lo que ya está hecho. O incluso de una película. Las opciones son infinitas para crear. Esperar a que te llegue la inspiración divina ya pasó de moda, se tiene que buscar y es más fácil hallarla y ser más original y no ciclarse en cuanto a temas por desarrollar.  Para encontrar el hilo negro hay que descubrir los demás.

La lección de todo eso es que no soy el ombligo del mundo, mis problemas son eso… mis problemas, y no hay que convertir mis historias en mis historias literalmente. A veces escribir de cosas ajenas a tu vida habla mucho más de ti, si no pregúntale al psicoanálisis.

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